Hoy os traemos una novela con la que la poética pluma de la autora, Belén March Calderón, revoloteará por vuestra alma, alborotando los sentimientos. Solo las primeras líneas de su prólogo ya nos dejan ver mucho de lo que encontraremos entre sus páginas, aquí os las traemos.
Ella nació así. Nació errante y pasajera, volátil. Sí, volátil es la palabra que mejor la describe. Su carne estaba hecha del viento que ululaba entre los torreones de aquella maldita casa.
Dicen que nació para morir joven, para embellecer aquello que ya estaba roto y podrido y enfermo. Qué terrible destino nacer para ser bálsamo.
Dicen que fue la maldición de la mansión, del Espectro. Que fue el amor lo que la mató. Yo digo que fue ella misma, que se cansó de vivir dentro de su cuerpo y decidió volver a la tormenta y al mar.
Su nombre era Anthea Brisaboa.
Volátil Anthea. Belén March Calderón
¡Os dejamos con la portada y sinopsis!

«Niña, es hora de volver», me ordenó mi abuela a través del teléfono. De nuevo, el pasado volvía a llamar a mi puerta.
Yo vivía en Madrid, lejos de ella y de Portadovento, un pequeño pueblo de la costa gallega sitiado por acantilados y bosques, dominado por un viento incesante y por una leyenda negra que perseguía a mi familia. Había intentado romper con todo, huir de lo sucedido procurando correr más rápido que el espectro, pero resultó imposible…
Ruth Brisaboa, mi abuela, había sido diagnosticada de cáncer y tenía que regresar a cuidarla. Lo que no esperaba era encontrarme cara a cara con la historia de mis antepasados en forma de un viejo diario, el de Anthea, la primera mujer maldita.
Anthea Brisaboa, volátil como el viento de Portadovento.
Ruth Brisaboa, la mujer que se desprendió de las flores para tornarse metal.
Alba Brisaboa, de cristal quebradizo.
Y yo, Esther Brisaboa, la última mujer maldita, la que tiene ojos de tierra firme.