Querido lector,
A continuación, te presentamos la entrevista que hemos realizado a Sofía Lorenzo González, en la que nos hablará de su poemario A través de las fronteras. Una obra íntima en la que la autora nos abre las puertas a su interior, mostrándonos unos sentimientos que generarán empatía en muchos de nosotros.

¿Cuánto de ti has dejado en esta obra?
Plasmar cinco años de tu vida en una obra no es lo mismo que escribirla en uno o dos meses. Es inevitable dejar un rastro de todo lo que fuiste, y que continúas siendo ahora gracias a la semilla que ahí se sembró. Creo que en esos cinco años expresé muchas de mis verdades, dudas internas, inseguridades, cosas que me preocupaban… Por tanto, de mi yo actual hay mucho, porque es el viaje que tuve que hacer para llegar hasta ahora. No diré que es un diario, ni mucho menos, porque son treinta poemas, pero en realidad descarté muchos otros que también tenía escritos, aunque obviamente funcionan como testimonio de muchas experiencias, así que me veo reflejada ahí.
¿Dirías que eres la misma persona antes y después de escribirla?
Evidentemente, no, porque en cinco años, siendo tan joven cuando escribí los poemas, existe inevitablemente una evolución. Tenía mis preocupaciones y mis dudas vitales y existenciales, que son cosas que vas resolviendo por el camino (o puede que no y se te van acumulando). Lo raro sería que con 28 años te hablase de los temas que trato en el poemario de la misma manera que con 20. A esa edad era una persona muy “intensa”, y ahora la verdad es que lo sigo siendo, pero tengo más mecanismos para lidiar con ello.
¿Cuánto tiempo ha transcurrido entre la composición más antigua y la más reciente?
Empecé a escribir estos poemas en 2013, con 20 años, mientras estudiaba en la universidad. Mis últimos poemas los escribí en 2018, con 25. No comencé a escribir con el objetivo de forjar un poemario, sino que era una herramienta que usaba para desahogarme, como quien usa un diario (también escribí muchos diarios a lo largo de mi vida), pero de una forma más lírica y menos terrenal. Yo quería simplemente reflejar lo que me estaba pasando por dentro. Tenía un documento Word en el que iba escribiendo, por rachas: a veces me salían poemas a tutiplén y otras no tanto. Llegó un momento en el que no necesité escribir más y me enfoqué en otras aficiones, aunque escribir me encanta en cualquier formato.
¿Qué alicientes o motivaciones te han inspirado, o te han llevado a escribir?
Pues básicamente la vida. Cualquier persona se enfrenta a cuestiones e inquietudes vitales que a veces resultan muy difíciles de poner en palabras. Pueden estar muy claras en tu cabeza, pero no sabes explicarlas. La poesía se presta a ello: a poner sobre el papel lo que en tu mente está claro, pero no puedes escribir como si fuese un manual de instrucciones (porque los sentimientos, al fin y al cabo, no lo son). Me inspiraba todo lo que me pasaba por dentro, mis experiencias vitales, cosas que me cuestionaba… Hay gente que se desahoga pintando, tocando un instrumento, bailando o viendo cine: yo encontré esa forma de aliviarme escribiendo poesía. Vi que publicándolo podía llegar a gente que se sintiese identificada conmigo, y eso es lo bonito de la literatura: que personas de circunstancias vitales muy distintas se puedan ver reflejadas en una misma obra. Como lectora empedernida, yo quería publicar, saber qué es estar en el otro lado. Estos poemas me los tomé primero como una reflexión hacia dentro, y luego se me ocurrió que estaría bien poder compartirlos con otras personas.
¿Qué género o géneros podremos encontrar? (Amor, existencial, social…).
Yo creo que varios; no se centra en una temática en concreto. Hay un poco de todo: desamor, amor, miedos, reflexiones sobre el sentido de la vida, sobre la muerte, crítica social… Lo personal es político; todas tus inquietudes reflejan tu posición social, económica y cultural en este mundo. Es imposible, pues, que no haya crítica social: vivimos en un mundo regido por el capitalismo y todo un tapiz de opresiones como, por ejemplo, el patriarcado. Todo es social y personal a la vez, porque creo que una cosa es indivisible de la otra. Al fin y al cabo, la vida no va solamente de una sola cosa: hay poemas reivindicativos, otros que versan sobre amistad, otros que hablan de sentimientos de pura tristeza…
¿Qué has pretendido resumir con el título?
La decisión definitiva del título fue bastante tardía, debido a que, como dije, en un principio no estaba pensando en la idea de publicar los poemas. Desde la infancia tengo la ilusión de publicar, de ver mi nombre escrito en una portada, y un día pensé que quizá a estos poemas les podía dar esqueleto y forma para que saliesen a la luz. Cuando empecé a contactar con editoriales tuve que enfrentarme al momento de poner un título. Se me ocurrió muy rápido, la verdad. Las fronteras pueden ser tanto metafóricas como terrenales: cambios de ciudad (que experimenté) o de un momento vital a otro, las distancias entre lo que sientes y lo que quizá deberías o no deberías sentir… Es una alusión a las barreras, no necesariamente en un sentido negativo. Se trata de explorar lo que siento a través de saltos, ya sean referidos a la distancia física (como la emigración) o sentimentales, sociales… Se reflejan ideas que son contradictorias, porque al final todas las personas tenemos nuestros debates internos. El poemario muestra cómo intento lidiar con todas estas “fronteras”.
Honestamente, ¿te resultó difícil ponerle nombre a tu obra?
No, como dije en la pregunta anterior: me empecé a plantear el buscarle un título al ponerme en contacto con editoriales, y me vino una especie de intuición de que ese sería el correcto, ya que puede simbolizar muchas cosas y deja abierta la puerta a la imaginación.
Algunos escritores parten con un esquema de lo que desean publicar, ¿ha sido tu caso, o simplemente te has encontrado con una serie de poemas que, sin ser concebidos para ello, decides ahora sacar a la luz? Si es lo segundo, ¿qué te lleva a hacerlo público?
Siempre quise escribir y publicar algo mío, pero la vida se te pasa por encima: que si los estudios en su momento, que si el trabajo, que si las obligaciones del día a día… Llevo toda la vida siempre ocupada con algo y al final te metes en una espiral que hace muy complicado perseguir tus ambiciones de cuando eras pequeña; es una triste realidad de este sistema. Yo escribía los poemas volcando mis emociones y sentimientos, y dejé de hacerlo cuando ya no sentía esa necesidad. También he de decir que, en contra de lo que se romantiza en muchísimas obras de ficción, la creatividad se ve enriquecida cuando tienes algo dentro que ofrecer. En el poemario se reflejan varios baches de ansiedad y depresión, y con el tiempo se me agudizaban y llegaba algún momento que no podía escribir nada, que estaba como seca por dentro.
¿Existe algún mensaje o mensajes que hayas querido plasmar?
Depende, quiero decir: lo que busco y me haría ilusión es que la gente se sienta identificada con algún poema. El mensaje, por así decirlo, es que al final las personas no estamos solas en las experiencias que vivimos. En el poemario se reflejan ciertos momentos de alegría, pero es verdad que mayoritariamente se desprende tristeza. El sistema fomenta el individualismo y nos hace creer que nuestros problemas son exclusivamente nuestros: una depresión fuerte, una autoestima baja, un desamor desgarrador. Incluso hasta los problemas más cotidianos tendemos a darle una épica que desde fuera no se ve tan claro. Evidentemente ninguna persona está sola. Me gusta este “lema” porque se usa mucho desde el feminismo y yo, evidentemente, tengo conciencia feminista. A mi yo del pasado le diría que no es la única persona en el mudo que está pasando por todo lo que estaba pasando. Como dije, lo personal es político y al final no es tanto ser la protagonista de tu propia película Indie, sino vivir en unas determinadas circunstancias materiales que te llevan a experimentar unas cosas u otras. ¿Que alguien se siente identificado? Pues perfecto, que se organice y luche por construir una sociedad mejor, y que cuide su salud mental, que eso es importantísimo.
¿Resaltas algún poema por la cercanía que pueda despertar en el público?
Yo no sé si esto es un defecto o una virtud, pero la mayoría de mis poemas son bastante abstractos y la cercanía la tienen hasta donde tú quieres que la tengan. Ahora bien, es cierto que hay algún poema, como el VI, que es bastante descriptivo: te puedes imaginar físicamente la escena; se describe de una forma más terrenal la alegría que produce el estar cerca de tus seres queridos, a diferencia de otros poemas que están sujetos a una interpretación mucho más libre. Otro poema más “palpable”, por así decirlo, es el XIX: alguien a quien le guste la ciudad, o incluso que no le guste pero guarde ciertos sentimientos hacia ella, puede sentirlo muy cerca. Son dos poemas más evidentes; no tienen tantas capas que desentrañar para darles un sentido en tu mente.
¿Cuál es el contexto particular de este poemario? (En tu entorno y sobre hechos que puedas concretar, pero no detallar: relaciones sentimentales no correspondidas, frustraciones vitales, inconformismo social, sensibilidad existencial…).
Pues es el contexto de una mujer joven, entre sus 20 y sus 25 años, que empieza a tener un fuerte despertar político que ya venía fraguándose desde antes. Se da cuenta de que vivimos en un sistema podridísimo lleno de injusticias y que es necesario luchar para que todo el mundo pueda gozar de unas condiciones de vida dignas. Esto parece alejado de poemas que van más en la línea del amor como concepto, de la inquietud sobre la muerte…, pero yo lo veía como una forma de volcar mis emociones y vivencias, que al fin y al cabo están atravesadas por cuestiones de clase, género… que condicionan tu vida. Es el retrato de una mujer joven que despierta en el mundo, que se empieza a plantear cómo quiere o no vivir sus relaciones amorosas, cómo ve su entorno social y sus círculos de amistades, que se plantea qué objetivos busca en la vida… En definitiva, que deja de estar en piloto automático y empieza a tomar conciencia de sí misma como adulta y persona en general.
¿Cómo definirías tu estilo a la hora de escribir poesía? ¿Tienes varios?
No definiría mi estilo ni con una etiqueta ni con varias. Yo nunca di ninguna clase de escritura creativa; de hecho, mi formación universitaria es en Biología. Escribo lo que absorbo como lectora empedernida que soy; fue algo muy intuitivo. Aunque siempre soñé con publicar algo, la escritura de estos poemas la concebía como una especie de terapia íntima, así que hacía un poco lo que me venía en gana.
¿Destacarías alguna corriente u obra literaria por haberte influido especialmente?
Creo que, independientemente del género que escriba, estoy muy influenciada por mis figuras imprescindibles en la literatura: Carlos Ruiz Zafón, Rosalía de Castro, Federico García Lorca, Gloria Fuertes, Manuel Rivas, Elvira Lindo, Alejandra Pizarnik, Lois Pereiro… Son personas muy diversas, y al final esta mezcla se encuentra de alguna manera en lo que escribo. Y no solamente me inspiro en gente que se dedica a la literatura: por ejemplo, el dúo musical Estopa me parecen unos grandes letristas. De hecho, creo que si te dan sin contexto versos de este grupo puedes observar en ellos una ambientación muy lorquiana, como en la canción Tu calorro: «Fui a la orilla del río/ y vi que estabas muy sola/ vi que te habías dormido/ vi que crecían amapolas…» o «Tu perfume es el veneno/ que contamina el aire que tu pelo corta/ que me corta hasta el habla y el entendimiento/ porque es la droga que vuelve mi cabeza loca». Es una intertextualidad brutal, y es lo que me parece bonito de la literatura. Las obras que me gustan reflejan y al mismo tiempo moldean mi forma de pensar y eso, evidentemente, se ve en mis poemas.
¿Qué sensaciones buscas despertar en aquellos que se asomen a tus páginas?
Supongo que, sobre todo, empatía. Que se identifiquen con los poemas, más allá de que gusten más o menos. De hecho, hay poemas que ahora escribiría de otra manera o directamente no me gustan, pero son parte de lo que fui y, por tanto, de lo que soy. Me gustaría que la gente me comentase que tal o cual frase les pareció muy chula, que les inspiró, etc. Yo guardo las frases que leo y me gustan, y me las escribo en una libreta o en láminas para poner en la pared. De hecho, una amiga me regaló una lámina con unos versos de una canción y me dijo que quién sabe, que a lo mejor en un futuro versos míos cabrán colgados en la pared de alguien, y eso, sinceramente, me parecería precioso.
¿Qué te gustaría que dijese el público tras leer tu libro?
Que se vieron en el libro, obviamente es imposible que lo hagan en todos los poemas, pero que sí empaticen con muchas cosas. Que se pongan a pensar qué significa tal o cual verso, por qué en un poema se dice una cosa y luego la contraria… Me gustaría dejar un cierto poso de misterio también, ya que al final la literatura es algo que internalizas como te venga en gana. Si el público, en este mundo en llamas, piensa que, aunque sea un desastre, nadie está solo, ya me doy por satisfecha.