
¿Cómo escribir una novela?
Bueno, lo cierto es que no tenemos respuesta a esa pregunta. Los escritores más veteranos tienen mucho oficio y manejan con soltura los conceptos básicos, por lo que serán los nuevos autores los que aprovechen la información que sigue. Debéis tener claro que escribir una novela no es preparar una receta de cocina, pero vamos a concretar algunos aspectos importantes para que podáis cimentar unas buenas bases para vuestras historias. Este asunto nos llevará varias entradas.
Parte 1. El narrador.
No hace falta que os expliquemos el cometido de esta figura en vuestra novela, pero es conveniente que su visión y tarea esté bien fijada para no caer en contradicciones o discrepancias que puedan alterar al conjunto del libro. Así, es importante definirlo en tercera, primera o segunda persona.
El narrador en tercera persona puede ser omnisciente u observador. En el primer caso, conoce todos los aspectos de las acciones y los personajes y cuenta al lector, cual guía, la acción. Os aconsejamos que, aunque a este tipo de narrador no escapan los sentimientos y comportamientos de los personajes, no seáis biográficos ni historiadores, sino que dejéis que sean los personajes los que se dejen conocer. Existen mecanismos y fórmulas para ello, y nuestros editores os las mostrarán cuando estén trabajando vuestras obras si decidís publicar con nosotros. De esa manera, huiréis de lecturas tediosas y permitiréis una mayor interacción de los lectores.
Por el contrario, si optáis por un narrador en tercera persona observador, tendréis que atender constantemente a las barreras que esta circunstancia marca para no permitirle entrar en el terrero de los personajes.
Si se cuenta la historia en primera persona, igualmente debemos diferenciar entre personaje protagonista o secundario. En el primero, da la sensación de estar escribiendo un diario. Eso puede llevar a que no se use tanto el diálogo para dar a conocer la personalidad interior, ya que permite una apertura al lector para mostrarla. Por este motivo, os animamos a buscar fórmulas que den dinamismo a la lectura para no caer en largos monólogos introspectivos.
Como ya hemos dicho, también podéis armar una narración en primera persona de un personaje secundario, contando la versión de un mero testigo de los hechos cuyas palabras serán los ojos del lector.
Por último, el narrador en segunda persona, es como estar hablando a uno mismo, esto es, a un “yo” desdoblado. También debéis estar muy atentos a las limitaciones y características de expresión de este método para no confundir al lector.
Seguramente, cuando os pongáis a escribir, surja una tendencia natural a utilizar una u otra estrategia, pero os invitamos a que valoréis y juzguéis si el comportamiento del narrador es uniforme y coherente a lo largo de vuestra obra. Seguramente, así conseguiréis darle mayor solidez. ¡A practicar!